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Francisco Díaz, la revolución del diseño sensible

Entrevista al emprendedor social y profesor del Máster Universitario en Diseño de BAU sobre el rol del diseño en el mundo contemporáneo

¿Puede el diseño transformar la vida de las personas? A través de repensar las jerarquías tradicionales y de una defensa acérrima del conocimiento libre y abierto, el investigador Francisco Díaz (Segura de León, Badajoz, 1988) ha demostrado que otro diseño es posible, confirmando las palabras de Eduardo Galeano: “Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo.”

Díaz es el principal impulsor de Autofabricantes, un proyecto de diseño colaborativo que ha revolucionado la fabricación de prótesis en los niños, y que acaba de ser reconocido con una beca de la Fundación Ashoka. Como profesor del Máster Universitario en Diseño de BAU, Díaz reivindica la pasión y el compromiso de un oficio que considera imprescindible para construir una nueva sociedad.

 

Empecemos por el diseño social. ¿Cómo lo concibes?

Lo entiendo como algo pequeño, concreto, sobre grupos sociales específicos y con acciones muy definidas, donde puedas ver rápidamente el alcance y el impacto de lo que estás haciendo. Y, a la vez, que no sirva para resolver cómo funciona una rueda en cada parte del mundo. Es decir, cuando trabajas en un contexto concreto, debes tener en cuenta que puede afectar y cambiar a muchas más capas de la sociedad en otras partes del mundo.

¿Y por diseño sostenible?

En los últimos años ha sido una chaqueta muy fácil de poner y que todo el mundo interpreta como el diseño verde, el green washing, que cualquier empresa utiliza. No solo es consumir menos o incluso no consumir recursos, sino también pensar en otras variables como la sostenibilidad económica y social, y un reparto más justo de todos los recursos, no solamente los medioambientales.

 

 

¿Cómo surge Autofabricantes, y como valoras su trayectoria?

Comenzó en Madrid hace cinco años en una convocatoria pública dentro del laboratorio ciudadano Medialab-Prado. En vez de presentarme a título personal, abrí la idea a la comunidad para que cualquiera pudiese participar. La sorpresa fue que se interesaron 30 personas, entre ellas cinco familias que querían pensar de otra manera las prótesis o productos de apoyo. A partir de ahí, se generó un grupo de trabajo, una comunidad cada vez más rica y compleja, donde aparecen empresas, universidades y fundaciones que van alimentando ese gran núcleo de proyectos.

¿En qué proyectos estáis trabajando ahora mismo?

Hay cinco líneas de investigación bien avanzadas y cuatro en fase previa. También estamos buscando salidas a algunos proyectos ya acabados, y estamos avanzando en la sostenibilidad y la reestructuración del grupo original de Autofabricantes para que seamos viables y podamos avanzar bien en los próximos años.

Cuéntanos vuestra filosofía de trabajo.

Una de las partes importantes y definitorias de Autofabricantes es incluir a los usuarios en todo el proceso de diseño, desde el inicio. Las familias toman decisiones en todas las fases, desde el prototipado hasta la puesta a punto. Esta parte en la que los usuarios, y en concreto los niños, son parte del proceso de trabajo, influye en toda la metodología que hemos desarrollado. Y de ahí justo es donde nace la innovación.

 

 

¿Cómo ha sido trabajar con los niños y niñas?

Es la parte más bonita, y la más importante a conservar. Que las familias tengan un espacio de confianza y confort donde vean que lo que están pensando es posible hacerlo. Esto abre un mundo nuevo, porque en muchos casos es la primera vez que se encuentran con un espacio de acogida, donde es posible superar retos que los niños han tenido durante muchos años.

¿Y para los investigadores?

En Autofabricantes participan multitud de profesionales y de ciudadanos, y entre ellos también hay diseñadores. Es una transdisciplinariedad muy radical porque no trabajamos como expertos, sino más bien desde la experiencia, tanto de usuario como del conocimiento profesional, pero de manera radicalmente jerárquica. Nosotros decimos que los niños son expertos en experiencia. Esto transforma el rol del diseñador, en el cual es uno más, igual que la terapeuta ocupacional, la ingeniera industrial o el impresor en 3D. Todos tienen el mismo rol de expertos. Y eso al final hace que el diseñador facilite más procesos.

¿Qué oportunidades ofrece el diseño colaborativo y participativo? ¿Qué puede aprender un diseñador?

Trabajar de manera radicalmente transdisciplinaria nos permite liberarnos de los roles de cada uno. Dejamos de lado parte de nuestro conocimiento para escuchar y aprender, y después aportar desde muchos ámbitos, como la terapia ocupacional o la ingeniería de materiales. Cambiando esos roles disciplinares desaprendemos muchísimo de nuestras profesiones, pero es tan enriquecedor que te conviertes en una disciplina nueva.

 

 

Autofabricantes defiende un modelo de conocimiento libre y de soberanía. ¿Cómo se aplican estos valores al diseño?

Gracias al conocimiento abierto, lo que se genera por una comunidad de ciudadanos o de expertos es difundido y publicado para que cualquier persona lo vuelva a utilizar y lo mejore. Esto permite que no se invente la rueda en cada parte del mundo. Lo estamos viendo ahora con las vacunas. El conocimiento abierto nos hace avanzar como sociedad mucho más rápido, redistribuir el conocimiento y disminuir la brecha de desigualdades. Por tener acceso a ciertos niveles de conocimiento y de investigación, estamos privando a otras personas de esos mismos avances, confort y mejoras sociales. Por lo tanto, el conocimiento abierto y la cultura libre son una base de mejora social indiscutible.

Se trata de privilegiar la colaboración ante la competencia.

Claro, y colaborar no solo a nivel grupal e individual, sino también con el resto de la sociedad. Que un problema solventado en un taller no haya que resolverlo en un taller en otra parte del mundo, y que los errores también se difundan para que no se vuelvan a cometer.

Más allá de Autofabricantes, también coordinas el Instituto de Materialidades Políticas. ¿Cuáles son vuestras líneas de trabajo?

Estamos desarrollando un nuevo espacio de investigación y creación en BAU para alojar a nuevas investigaciones a través de la escuela de doctorado y generar proyectos y sinergias más transdisciplinarios, no solo dentro de BAU, sino con otros institutos de investigación en Barcelona, Cataluña y el resto de Europa. Estamos estableciendo lazos externos para conectar arte, ciencia, ciudadanía y, obviamente, diseño.

 

 

Hace poco has recibido una beca Ashoka, la red de emprendedores sociales más grande del mundo. ¿Qué supone esta distinción, y qué oportunidades abre?

Principalmente es un apoyo para seguir impulsando Autofabricantes, no solamente a nivel estructural e interno, sino cómo escalarlo en otros lugares, cómo generar parte de lo que propone Autofabricantes, que es un cambio en la manera de relacionarnos entre usuarios de prótesis y órtesis con el sistema sanitario y la producción de este tipo de soluciones. Eso al final es incidir en el sistema: ¿Por qué tenemos que generar alternativas en Autofabricantes? Porque hay un sistema que no está funcionando. Ashoka proponen y apoyan un cambio sistémico en el ámbito sanitario ligado a las prótesis y los productos de apoyo.

Actualmente estás cursando el Doctorado en Diseño y Comunicación en BAU. Explícanos tus líneas de investigación.

Está basado en analizar, aprender y extraer algunas conclusiones de parte de lo que hemos trabajado en Autofabricantes, verificar científicamente si los diseños y los productos que hemos hecho mejoran la calidad de vida de los niños; pensar y conceptualizar qué significa diseñar en común, qué significa aprender en procesos colaborativos. Es un poco repensar, evaluar y generar nuevas maneras de hacer dentro del proyecto de Autofabricantes, y que sirva para otros proyectos similares.

Pensando en las necesidades de la sociedad, ¿qué herramientas y habilidades (técnicas y personales) necesita un diseñador para mediar en problemas reales?

Aparte de la pasión por lo que le guste, debe tener en cuenta la sensibilidad de su entorno más cercano, no solo como profesional, sino como ciudadano y ciudadana: ¿Qué está ocurriendo a tu alrededor, donde hay millones de problemas? ¿Cómo puedes mejorar la vida de tus vecinos?

 

 

Hablemos del Máster Universitario en Diseño de BAU. ¿Por qué es importante hoy en día un programa como este?

Es una manera radicalmente diferente de pensar el diseño de los materiales y en cómo se investiga con el diseño de forma más crítica. Además, permite hacer un doctorado y otras salidas profesionales relacionadas con la filosofía, la cultura o el pensamiento contemporáneo.

¿Qué descubrirán los estudiantes que se matriculen?

Lo primero que cambia es la mirada con la que te ves como diseñador en el ámbito del diseño, y después cómo entender el diseño dentro de la sociedad, no como algo meramente utilitario, sino profundamente transformador en el contexto de una disciplina muy arraigada, pero que tiene mucho que aportar y cambiar en los próximos años.

El mundo está en un proceso de transformación absoluto. ¿Qué papel va a jugar el diseño en la nueva sociedad que estamos construyendo?

El mundo ha cambiado, pero los que vivimos en él seguimos siendo las mismas y los mismos. Tenemos que cambiar la manera en la que nuestros imaginarios se generan, la manera en la que nos relacionamos con los materiales, con los procesos de producción y creación. Todo eso debe ser repensado, y aprovechar para repensar el mundo en sí.

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