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Alicia Kopf: “La literatura me ha enseñado que los sueños se pueden hacer realidad”

La profesora del Máster Universitario en Diseño de BAU reflexiona sobre la creatividad y el diálogo entre diseño y literatura

Alicia Kopf (seudónimo de Imma Ávalos, Girona, 1982) es uno de los nombres más destacados de la última gran hornada de jóvenes artistas catalanas. En la línea de creadoras polifacéticas como Irene Solà, Kopf combina la práctica artística y las instalaciones audiovisuales con la literatura.

Artista versátil, libre y expeditiva, su única novela hasta la fecha, la multipremiada Hermano de hielo (Alpha Decay, 2016, traducida a nueve lenguas) irrumpió en el panorama literario catalán como un rompehielos por su originalidad formal y por la singular combinación de profundidad emocional, experimentación narrativa y fascinación por el mundo ártico.

Licenciada en Bellas Artes, Teoría de la Literatura y Literatura Comparada, Kopf prepara nuevas exposiciones sobre cuestiones que la pandemia ha puesto en primer plano, como la privacidad y los límites de la tecnología.

Profesora del Máster Universitario en Diseño de BAU, anima a los estudiantes a hacer realidad sus sueños profesionales y creativos con el mismo anhelo con el que los primeros exploradores perseguían la estrella polar.

 

Todo empieza con el hambre de búsqueda y la sed de aventura. ¿Alicia Kopf es una mujer que busca?

El origen del nombre tiene que ver con la idea de buscar, sí. Alicia viene del griego alétheia, que es una forma de desocultamiento. Cuando empecé mi trayectoria artística, mi primer libro trataba visualmente, gráficamente y textualmente de ello, y el personaje se llamaba así, y es el nombre que después utilicé para mi vida pública.

¿Y sigues buscando?

Sí, pero ahora kopf [cabeza, en alemán] no tiene el peso que había tenido. Antes tenía mucha confianza en la tradición griega de la verdad y la racionalidad, y ahora cada vez menos. Eso no quiere decir que no busque, pero busco menos con la cabeza.

¿Y con qué buscas?

Se puede buscar de muchas maneras. No tanto en el individuo, sino en los espacios intersticiales, el cuerpo, los sentimientos, las relaciones, escuchándote. Aquí entraríamos en la cultura del crecimiento personal.

 

Fidelidade Arte (Culturgest Oporto) – Speculative Intimacy – Story of my eyes (2020-21)

 

¿En qué momento los caminos de alguien que viene del arte y la literatura se cruzan con el diseño?

Yo vengo sobre todo del mundo del arte, pero me especialicé en el libro de artista. Y las consignas del libro de artista, que tienen mucho que ver con el hecho de que no puedes separar el contenido del continente, la importancia de la tipografía, del espacio en la página, se acercan mucho a la filosofía del diseño. Es un lugar muy natural para mí, donde desembocar o tener intersecciones.

¿Cómo te enriquece la docencia como artista?

El hecho de estar vinculada al mundo universitario, concretamente a un máster de diseño, me hace ser muy crítica con las metodologías, las nuevas influencias y las últimas tendencias del diseño, que es lo que puede enriquecer mi actividad y viceversa. El mundo del diseño necesita de aquellos que venimos de lo que el diseño llama contenidos, que no lo son, porque yo no separo entre contenido y continente. Los diseñadores deben ser capaces de entender los textos y ser críticos con ellos, y deben tener una sensibilidad de artista, y para ello necesitas a alguien capaz de ayudarles a afinar la sensibilidad textual y artística, que es mi especialidad.

Participas en la asignatura Diseño ficción, crítico y especulativo con tres talleres.

Colaboro con el Dr. Jaron Rowan ayudando a pensar ficciones para objetos y desde los objetos, y a cambiar nuestra perspectiva de humana a poshumana al crear narraciones. Ello, a la vez, ayuda a crear nuevos objetos y nuevas maneras de imaginar posibilidades de ser. Por lo tanto, la narrativa es una herramienta inventiva. Literalmente. Aunque para ello se necesitan herramientas no solo críticas, sino también de cambio de perspectiva, que es algo muy específicamente literario. De las historias pasamos a los objetos muy fácilmente, y al revés, de los objetos podemos obtener historias.

 

Fidelidade Arte (Culturgest Lisboa) – Unified Theory Field (2020) – © Bruno Lopes

 

¿Literatura y diseño hacen buena pareja?

De alguna manera, un diseñador interviene activamente en lo real a partir de la capacidad de transformar. Y, por tanto, para transformar algo primera la tienes que imaginar diferente. Es lo que tiene la literatura: para poder crear historia necesita pensar alternativas, cambios de perspectiva, cambios de tiempo, de trama, de usos. Tienen muchísimo por decirse la una al otro. Curiosamente, hay artistas o escritores que primero han estudiado diseño, como Quim Monzó.

¿Cómo te sientes trabajando en formatos, géneros y estilos híbridos?

Como en casa. Aunque lo híbrido no tiene fama de ser precisamente tradicional, en mi caso no lo he separado nunca. Más bien me resulta una distinción un poco artificial. Para poder llevar a cabo una actividad creativa, necesito vincularla a ámbitos muy diferentes. Cualquier artista te lo diría, pero en mi caso ha sido muy específicamente con relación a arte y literatura que he creado estos polos.

 

 

El gran público te conoció por Hermano de hielo, pero me gustaría que nos explicaras otro proyecto que te represente.

Después de Hermano de hielo empecé un ciclo, Especulative Intimacy [Intimidad especulativa], que de hecho nació precisamente en los talleres del máster, imaginando otras posibilidades de lo que los objetos nos puedan hacer descubrir, pero desde mi perspectiva, otras intimidades posibles. Y de aquí han salido piezas audiovisuales, ahora expuestas en Oporto. Ahora mismo estoy realizando una última pieza grabada en formato cine, Story of my eyes [Historia de mis ojos], que se presentará pronto en Barcelona cuando la pandemia lo permita. Son micronarrativas audiovisuales, historias que se acercan a algunas de las múltiples acepciones de la palabra intimidad, que nos puede sugerir muchas cosas diferentes. Por ejemplo, en una pieza presentada en la Sala Joan Prats el 2019 utilizaba el dron como metáfora de los amores que controlen o que pueden ser peligrosos emocionalmente a partir de una mujer que convive con uno.

Volviendo a Hermano de hielo, ya han pasado unos años, has podido digerir el fenómeno. ¿Cómo lo ves desde la distancia, con perspectiva?

Para mí, Hermano de hielo fue la confirmación de que podía ser escritora. Y además, por lo que suele ser en este país, en un grado muy alto de reconocimiento, porque recibí los premios más importantes del país, el Llibreter, el Documenta, el Ojo Crítico de Radio Nacional de España y el Cálamo Otra Mirada. Gracias a los premios, se ha traducido a nueve idiomas y he viajado por todo el mundo. Sí que es verdad que también he expuesto en diferentes países, aunque el impacto de la novela ha sido muy grande, y aún esto digiriendo la repercusión, porque me he pasado tres años viajando diversas veces cada mes.

El libro ha cobrado vida propia. Publicar es un parto, y después la criatura va sola y tú detrás.

Totalmente. Sobre todo, me enseño que los sueños se pueden hacer realidad. Y que si estás enfocado a hacer algo con un alto grado de ambición y honestidad artística, el público, de un modo u otro, lo acaba recibiendo. No siempre es posible, porque hay un contexto y muchos factores, pero en mi caso sí que lo fue. También he aprendido qué es un escritor. He descubierto que la figura del escritor es una construcción mediática. Todo esto me ha costado años de experiencia. De alguna manera, podrías decirme que el artista también lo es. Pero al artista lo construyen las instituciones artísticas. En el escritor, a mí me parece que hay un componente mucho más importante de implicación mediática que no en un artista visual. Esto me ha sorprendido.

¿Y cómo vives esta parte de figuración pública?

Al principio, cuando no te esperas nada, la verdad es que hace mucha ilusión recibir reconocimiento. Después, todo este movimiento dificulta que puedas trabajar en tus proyectos, sobre todo si viajas tanto.

 

 

Has hablado de los sueños. ¿Hemos renunciado a ellos? ¿Ya no nos atrevemos a soñar?

Los reivindico totalmente. Pero con los pies en el suelo. Se debe mirar muy arriba, pero con los pies en el suelo. ¿Qué significa, esto? Uno se debe permitir los sueños que materialmente es capaz de cuidar y de trabajar. Los sueños en los que no podemos invertir energía es difícil que se hagan realidad, pero si tienes un sueño, los pies en el suelo, eres capaz de trabajar en esa dirección y tienes las calidades que el sueño pide…

O sea, soñar con proporcionalidad y realismo.

Sí, si algo no me falta es que en casa siempre me han dicho que las cosas se tenían que hacer con los medios que yo tenía. Puedes soñar mucho, pero dentro de lo que puedas conseguir trabajando y según tus posibilidades. O sea, no soñar fuera de tu radio de trabajo.

¿Como mujer, joven, artista, catalana, sientes que formas parte de una constelación, o eres un satélite que va por libre?

Es verdad que hay una constelación brillante de gente muy interesante y de mujeres talentosas, algunas de las cuales están en BAU, pero cada una tiene sus cualidades.

¿Con quién te trabajas de manera homóloga actualmente, o con quién podrías establecer un diálogo artístico y creativo?

Me inspiran mucho los artistas visuales porque son los que normalmente se arriesgan más. Por ejemplo, admiro a Lúa Coderch, a Serafín Álvarez y a Pedro Torres, y me interesa mucho el trabajo de luces y voz de Laura Llaneli. Hay diferentes artistas con los que mantengo un diálogo activo, y esto es lo que más valoro.

¿Y en el terreno literario?

Ahora están saliendo muchísimas escritoras maravillosas con perfiles muy interesantes, aunque curiosamente mis referentes, las personas que más he leído, no son ni del país ni de mi franja de edad. Ahora mismo acabo de leer Las pequeñas virtudes de Natalia Ginzburg. También me impresionó mucho Léxico familiar. Me gusta mucho su tono, porque tiene mucho sentido del humor, pero a la vez es muy seca y honesta, y esta mezcla de sequedad, honestidad y ternura me fascina. De los escritores, me fascina el tono: no busco grandes pirotecnias narrativas ni tramas, me da igual si me hablan de cualquier cosa que tiene ningún tipo de ética. Busco la voz. La calidad de la voz. Y la de Natalia Ginzburg es maravillosa.

 

Fidelidade Arte (Culturgest Lisboa) – Speculative Intimacy: mailing (2019) – © Bruno Lopes

 

En un manifiesto decías: “La parte más profunda y esencial de dedicarse al arte es que es inseparable del proceso de conocimiento de uno mismo”.

Me sugiere que siempre tengo que ser coherente con los retos. Los retos que la vida me impone deben traducirse a mi arte y viceversa. No debe haber una separación entre arte y vida. Y esto hace que muy a menudo me cuestione los formatos. Si un proyecto ya no forma parte de mi manera de entender la vida, lo tengo que dejar. En todo momento busco la coherencia arte-vida, actitud vital – actitud artística. Es algo que buscamos muchos artistas contemporáneos, y en mi caso particular se traduce a menudo en hacerme muchas preguntas sobre el formato, incluida la novela. Y esto tiene que ver con pensar los objetos. La materialidad de mi actividad, ¿cómo me está obligando a vivir? ¿Cómo me está haciendo vivir? ¿Soy yo quien la dirige? ¿O ella me dirige a mí? En un momento dado, la novela me ha dirigido a mí cuando ya se había traducido mucho. Entonces llego el momento de parar, recoger las cosas y repensarlas de nuevo. Después de la novela, la vida que he tenido me ha hecho pensar en clave audiovisual, y no novelística. Esto no quiere decir que no escriba una novela, pero quizás ha sido una reacción al no haber estado tiempo, años, encerrada en un proyecto muy introspectivo. La promoción me ha llevado a querer escribir historias, pero ahora las materializo de otra manera porque me resulta más coherente con mi manera de vivir.

Todas las personas que hemos entrevistado en el marco del Máster Universitario en Diseño (Francisco Díaz y Carles Baiges) han reivindicado que el diseñador debe abandonar la posición de privilegio en la torre de marfil del estudio y tener los pies en el suelo y estar más cerca de la gente, por eso BAU también reivindica la transformación social, un diseño que acompañe a las personas y resuelva problemas reales. ¿Esto es compatible con una pulsión creativa libre? ¿Cómo influye el entorno en tu creación?

Es imposible mirar las circunstancias actuales y quedar al margen de lo que pasa en la sociedad. Te puedes involucrar de manera más o menos directa, pero incluso dentro de esta indirección hay muchas maneras de expresar lo que uno siente. El diseño es una profesión muy vinculada al uso de las cosas, a lo que supuestamente la gente necesita. En cambio, yo me considero artista, más que diseñadora. Lo que voy produciendo contiene inherentemente aspectos sociales. A Hermano de hielo hay mucha experimentación artística, pero también hay la cuestión social del autismo y la divulgación de cómo se vive en una familia. En Speculative Intimacy hay muchas cuestiones de cómo es la vida hoy, y cómo será la intimidad pospandemia con el repliegue del trabajo, las pantallas y las reuniones des de casa. Encerrados y recluidos, todos hemos tenido que repensar qué es la intimidad. Todas las cuestiones que afectan la idea de intimidad muy a menudo son tecnológicas e ilegales. La primera idea es pensar en amor y sexo, pero tiene mucho más que ver con lo público y lo privado.

 

Fidelidad Arte (Culturgest Oporto) – Speculative Intimacy: An Understanding of Control (2019)

 

¿Cómo es el espacio donde trabajas?

Es una buena pregunta porque cada vez más me pregunto qué es trabajar. En el coworking respondo correos y hago gestiones administrativas, pero las tareas creativas las hago muy a menudo en movimiento. Necesito movimiento físico, caminar, correr, hacer deporte. Las ideas más decisivas de mi vida, como el título de la novela, o los momentos en los que dices haré esto o aquello y se te abre una puerta, muy a menudo las tengo en movimiento. También necesito un tiempo considerable de lectura y escritura, que hago en casa, y a veces necesito tiempo de producción. Cuando produzco, si hace falta alquilo una nave industrial durante un mes donde, una vez tengo las ideas claras, hago una producción grande. Pero ya no estoy tan vinculada a la idea de taller de artista. Creo que hay poca gente que se lo pueda permitir, a no ser que seas un productor muy físico. Mi espacio de trabajo se parece mucho al de un diseñador.

¿Cómo te gustaría que se transformaran los estudiantes del máster?

Me gustaría que vibraran pensando que todo es posible y que podemos hacer un mundo mejor. Es la vibración que necesita recibir un estudiante. Pero hay límites. Es mentira que no los haya. Todo es posible, pero si lo imaginamos y ponemos una ruta para llegar, sí que todo es posible. Lo reformulo: para que todo sea posible, creamos la ruta para que llegues donde quieres. Nosotros te ayudamos. Y te damos aún nuevas perspectivas que tú no habías imaginado. Esta sería una buena actitud para transmitir a los estudiantes. Enseñarles a pensar rutas para crear espacios de sueño donde quieran llegar, pero sobre todo decirles como llegar. Todo tiene que ir en la dirección de lo que visualicen, pero para poderlo visualizar antes te deben inyectar mucho conocimiento para que tengas esta nueva visión. La visión no precede al aprendizaje, sino que es posterior. Por lo tanto, antes se deben inculcar muchas posibilidades críticas, pero también prácticas.

 

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