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Dos mosqueteras para sacudir la moda

Flavia Cureteu y Xènia Herrera, alumni del Máster Universitario en Diseño de BAU, presentan la plataforma Yo x ti tú x mí

El tándem creativo formado por Flavia Cureteu y Xènia Herrera encarna la mejor cara del Máster Universitario en Diseño de BAU y del espíritu asociacionista y transformador del centro.

Las dos diseñadoras son las artífices de Yo x ti tú x mí, una plataforma que organiza eventos y mercados de intercambio de ropa con servicio personalizado de sastrería y música en directo y que aspira a convertirse en punto de encuentro de las nuevas voces del sector de la moda que trabajan para un cambio de modelo radical.

La rumana y la catalana coincidieron en el Máster Universitario en Diseño, donde sus trayectorias profesionales y vitales, hasta entonces muy diferentes, convergieron desde la complicidad y el impulso de repensar los roles tradicionales de la profesión.

Su gran objetivo es generar una comunidad de nuevos talentos que operen desde los márgenes de la industria cuestionando las prácticas extractivas y de consumo rápido y sin alma. Después de unas primeras ediciones muy positivas, entre ellas la presentación en BAU durante el festival Molecular, Cureteu y Herrera siguen evolucionando y consolidando el modelo mientras exploran otras rutas.

 

 

¿En qué momento se cruzan vuestros caminos?

Xènia Herrera (XH): Yo empecé la carrera de Diseño Industrial en Elisava, me gradué con mención de Producto, y al acabar entré en el Máster Universitario en Diseño de BAU para profundizar más en mis estudios. Siempre he tenido tendencia a proyectos vinculados con diseño social, participativo, sostenible y feminista, también a proyectos de coeducación infantil. Ahora con Flavia estamos emprendiendo este proyecto dirigido a la moda sostenible y a otras maneras de consumir y abarcar el mundo del diseño textil.

Flavia Cureteu (FC): Yo estudié el grado en el Otis College of Art and Design de Los Ángeles, que de hecho me recuerda mucho a BAU, y hace unos años vine aquí y he seguido trabajando con clientes de fuera. El máster fue una manera de profundizar en la comunidad, y también me interesaban aspectos sobre sostenibilidad. Llevo años pensando qué vamos a hacer con toda la basura que gestionamos.

¿Cómo surgió la unión creativa entre vosotras?

FC: El máster fue muy intenso para todos y, tras entregar el TFM, nos juntamos para intercambiar ideas.

XH: Ni Flavia ni yo venimos del mundo de la moda, pero creemos que podemos aportar nuestro granito de arena más que diseñando ropa como tal, un sistema que permita el intercambio de ropa y que dé visibilidad a diseñadores upcycling y a emprendedores.

 

 

Esto es muy interesante, porque tradicionalmente se asocia el diseñador a crear o repensar un producto, pero aquí estáis planteando un cambio estructural.

FC: Hemos leído y estudiado sobre el sector de la moda, y siempre hemos tenido interés por la estética, y ahora añadimos una pregunta: ¿qué es realmente sostenible en la moda? Es una cuestión muy compleja. Tenemos que ser más sostenibles sin separarnos del consumo. El sector se mueve. Por un lado, hay mucho greenwashing, y por otro hay muchos diseñadores jóvenes que están creando libremente. Y eso es muy interesante. La trayectoria de un diseñador ahora tiene muchas posibilidades, porque lo que antes servía ahora ya no sirve tanto.

Esta voluntad de transformación, ¿cómo se traduce, como se vuelve tangible?

FC: Esa es la pregunta. Es un reto que tienen muchas escuelas, porque hay una distancia entre la investigación y el público. ¿Qué está pasando en la calle? ¿Cómo llega el conocimiento al público? ¿Cómo lo transformas culturalmente?

La comunicación es fundamental. ¿Cuál es vuestra estrategia para tener una incidencia real?

XH: Nosotras pasamos principalmente por eventos, pero la ambición del proyecto es ir mucho más allá. La finalidad es montar una plataforma que reúna todos estos conceptos. Por un lado, el intercambio de ropa, que no deja de ser una práctica que hace años que existe, pero le queremos dar mucho más valor del que tiene. Y por otro lado, dar visibilidad a todos estos diseñadores de upcycling que están emprendiendo. Y luego hay otro apartado de sastrería. Lo interesante es que haya un discurso muy directo entre el diseñador y el público. Es decir, el diseñador tiene el conocimiento, es obvio, tiene una formación detrás, pero puede ofrecer sus servicios muy fácilmente al público, y que haya un diálogo muy directo, que no sea un servicio tan frío. Ya llevamos dos eventos y vamos a por el tercero, creando nuestro público. Tirando de redes sociales, poco a poco vamos creciendo hacia una plataforma que aspiramos que tenga la notoriedad de un Vinted. Es nuestro sueño. Porque todo lo virtual nos permite no quedarnos aquí en lo local, sino tocar un público mucho más amplio, europeo, incluso mundial. Eso sería fantástico. Esta es nuestra estrategia.

FC: Al reunir estas tres cosas, una nutre a la otra. Son complementarias. Hay muchas tiendas online, pero son una experiencia bastante fría. Los eventos son del estilo pop-ups, para socializarte e intercambiar ropa. Es una manera de difundir este tipo de consumo. Queremos prolongar la vida de las prendas.

 

 

¿Y el público, como responde?

XH: Muy positivamente.

FC: La gente nos dice: si lo hubiéramos sabido antes… Nos hacía ilusión lanzar el producto en BAU porque todo empezó aquí.

XH: Todo nuestro entorno tiene un montón de ropa que le sobra, todos tenemos los armarios llenos de ropa de años que ya no usamos. Nunca hemos recibido una respuesta negativa. Y está muy bien porque es un proyecto que funciona por el boca a oreja. Y lo que le gusta al público es que les estamos dando la oportunidad ya no solamente de sacarse de encima este exceso de ropa, sino de recibir algo a cambio. Esto es bastante interesante porque no pasamos necesariamente por un intercambio económico, es decir, el intercambio se hace con monedas ficticias, y esto llama mucho la atención, porque mucha gente se sorprende al no tener que pagar, porque esta ropa no es nuestra, la ha traído otra gente, y lo interesante es esto, no solamente el intercambio de ropa, sino conocer a todos estos diseñadores a disposición del público para confeccionar prendas. Eso da a los eventos un toque innovador, porque a menudo vas a un mercadillo, ves una prenda, que al final no dejan de ser piezas únicas, y dices, ay, es muy chula pero me va grande, le faltaría un dobladillo, o aquí la acortaría, y pasa que en los mercadillos no suele haber diseñadores a disposición del público. Y, en cambio, es tan fácil como poner un diseñador con una máquina de coser en una mesa y que pueda ofrecer este servicio. Y esto hace que el usuario se vaya aún más contento y con piezas personalizadas y hechas a medida de verdad.

 

La trayectoria de un diseñador ahora tiene muchas posibilidades, porque lo que antes servía ahora ya no sirve tanto

 

FC: También es una oportunidad para el diseñador. Si hay mucha gente es difícil atender a todo el mundo. Pero el diseñador puede asesorarles para que lo hagan en casa. Entonces la sastrería se produce de manera orgánica. Se trata de colaborar y de trabajar directamente con el público. Hay mucha gente que no son diseñadores pero que saben mucho de sastrería, y esto puede dar muchas oportunidades a personas que no necesariamente vienen del mundo del diseño. O sí. Sería genial mezclarlos.

XH: En Molecular vinieron dos diseñadoras. Una empezó como diseñadora gráfica y se decantó por el mundo del marketing, pero siempre ha tenido vocación e interés por el mundo de la moda. Tiene muchos conocimientos, está al día de todas las tendencias, y hace un año lanzó su propia marca. Se trata de dar visibilidad a gente que sabe, pero que no necesariamente ha estudiado cuatro años de diseño de moda. Tiene los conocimientos, de manera vocacional o no, y si puede venir al evento y dar el servicio que nosotras proponemos, pues perfecto.

¿Cuál es vuestro objetivo final?

XH: Generar una comunidad. Nosotras estamos a la cabeza del proyecto, pero dentro no tenemos tanto peso. Juntamos a varias disciplinas, los conocimientos de varias personas, y varios intereses por este nuevo tipo de mercado para generar una comunidad que quiera crear un mundo mejor, más sostenible, con un consumo más responsable de la moda, con prendas más únicas, más personalizadas.

FC: La comunidad es muy importante. Una comunidad formada por el público, diseñadores y gente con interés por el upcycling y el diseño de moda. Hay un montón de talleres de coser, han surgido como setas, y gente que se ha sentado y ha cosido su primer par de pantalones. Es divertido. Y nunca van a ser diseñadores de moda.

 

 

Habláis de transmitir una emoción. ¿Qué buscáis en el público?

FC: Partimos del hecho de que el consumismo es adictivo porque te toca las emociones. Comprar es emocional. Conviene no olvidarlo. ¿Cómo vas a cambiar esta mentalidad tan vinculada con las emociones? Los eventos físicos buscan generar un poco de emoción, llevarse algo nuevo, pero sin tener que comprar. Contribuyes a la cadena de consumo, pero de otra manera, ayudas un poquito. Este intercambio es una experiencia emocional. A la gente le gusta poner, probar, charlar con los amigos…

XH: La idea es que en el evento la gente note la diferencia. Una cosa es ir a una gran tienda, pero no deja de ser algo bastante frío. Vas a la tienda, compras, pagas 30 euros por un jersey, llegas a tu casa, fin. Puede ser una experiencia satisfactoria, pero falta todo el lado caluroso. Y nosotras cuidamos que los eventos sean eventos: una reunión social acompañada de música, por eso también damos visibilidad a gente que están emprendiendo en la música, a DJs que están empezando. El catering también es importante, porque la gente quiere quedarse en el evento, comer y tomar algo, y también porque no hay el mismo flujo de ropa cada hora. Nos interesa que la gente se quede, pero no por obligación por si dentro de dos horas llega un jersey más chulo, sino porque se siente a gusto y pueda darse varias vueltas y no sea una tienda, done todo es más monótono y estático. Por eso buscamos que los eventos sean una experiencia más que un mercadillo estándar.

FC: Por ejemplo, Palo Alto es una experiencia social. Hay gente que compra, pero es un punto de encuentro. Es una manera de relacionarte con gente que quizás no encontrarías en una tienda. Tienes la emoción de algo nuevo.

¿Qué target tenéis en mente?

XH: Lo hemos hablado mucho. La última vez en BAU quisimos buscar un target más de estudiantes, de gente del mundo de la moda. En el primer evento vinieron familias, parejas, gente joven y gente más mayor. Durante el máster tuvimos la asignatura Diseño Social, de Rubén Martínez, y el objetivo era generar una comunidad en torno a un mismo interés. Mi propuesta fue hacer este pequeño evento de intercambio. La idea surgió del típico intercambio con amigas en casa, y pensé en hacerlo a una escala más grande. Luego con Flavia lo repensamos, y dijimos que estaría bien salir de lo local y de un evento pequeño, y apuntar más allá. Y aquí entró la parte de upcycling y de la plataforma.

FC: Lo interesante es ver cómo las cosas se pueden retroalimentar.

 

 

¿Qué rol desarrolláis cada una en el proyecto?

FC: Un poco de todo. Es un proyecto bastante amplio, estamos muy al principio, todavía no tenemos diseñadores. Después de este evento nos toca salir a la calle y presentarlo a otras escuelas. Ya nos han contactado tres o cuatro diseñadores.

XH: Esto nos ha sorprendido porque pensábamos que nosotras tendríamos que ir a la gente, y en verdad hemos tenido la gran sorpresa de una diseñadora y de una tienda que nos contactaron. Es muy interesante cuando empiezas a montar algo y te crees que estás solo, y a la que empiezas a tener un poco de visibilidad te empiezan a contactar, y te das cuenta de que somos muchas más. El sector que estamos tocando no deja de ser un reto, porque el fast fashion está muy instaurado. No somos las únicas que tenemos ganas de cambio. Está muy bien trabajar de forma individual, pero si juntamos fuerzas entre todas las personas que tenemos ambición de cambio, seremos más fuertes y podremos hacer una intervención más potente y transformadora.

FC: Cuando produces un volumen alto dejas de ser sostenible. Pero la gente que trabaja en esto también necesitan trabajo. Este es otro lado del sector. No se puede abarcar todo. Nos vamos a concentrar en esto, fuera de la cadena de producción.

 

Si juntamos fuerzas entre todas las personas que tenemos ambición de cambio, seremos más fuertes y podremos hacer una intervención más potente y transformadora

 

En términos de viabilidad, ¿este es vuestro proyecto central? ¿Tenéis otros proyectos paralelos?

XH: Este último año ha sido complicado, he mudado un poco de sector porque he trabajado con infantil. Mi ambición personal es irme a Madrid, y lo bueno de esta transición, de este cambio de vida, es que el proyecto se puede convertir en nómada. Es más, debería poderse convertir en nómada porque queremos llegar a un público cuanto más grande mejor.

FC: De momento nos falta dinero. Hemos tenido suerte, pero si tienes que pagar sala, DJ, muebles… Como no está generando suficientes ingresos para pagarlo, nos limitamos de momento a dos eventos al año.

¿De dónde sale el nombre?

XH: De la canción de Rosalía. Justo cuando hice la primera edición para la asignatura, salió la canción, y pensando en el nombre del proyecto, pensé en Yo x ti tú x mí, que al final es una filosofía de vida. Da bastante juego y habla por sí solo.

 

 

¿Cómo ha transformado el Máster Universitario en Diseño vuestra experiencia como diseñadoras?

FC: Es una oportunidad genial porque te expone a conceptos y mundos diferentes. He pensado y sigo pensando mucho en ello. Ha abierto puertas a intereses que tenía, y ha despertado aún más los intereses que tenía, como el upcycling, el packaging y la investigación material. El reto es qué haces con todo ello. Lo chulo sería extender estos hilos y ampliar la investigación. Es muy importante trabajarlo todo desde la práctica en diseño.

XH: Yo entré con un perfil de diseñadora de producto. Sabía hacer sillas, mesas y lámparas, pero salí con la idea muy clara de que el rol de un diseñador es aportar en los cambios sociales, responder a necesidades reales. Está muy bien hacer sillas y mesas, pero si quieres hacer un proyecto que tenga un impacto real, mejor que mejor. Salí del TFG tocando temas de coeducación, y quise profundizar la parte teórica. Quería tener más conocimientos para poder implicarme aún más en diseño social y crítico. Opté por BAU porque desde el primer momento me llamó mucho la atención, vi que tenía algo diferente. Salí muy contenta, me cambió bastante la vida. Pero no solamente el máster y los contenidos, sino el ambiente entre compañeros. Fue un grupo muy chulo, con personas de sitios muy diferentes, como una gran familia, donde todos nos aportábamos muchas cosas. Y de allí la unión también con Flavia. Igual no nos hubiéramos podido conocer de otra manera, pero gracias al máster nos hemos dado cuenta de todo lo que tenemos en común. Entonces sí, para mí ha habido un antes y un después. Si no lo hubiera hecho, a lo mejor estaría haciendo renders en una empresa, y ahora aspiro a mucho más y a emprender nuestros propios proyectos y que tengan una implicación social potente.

FC: Lo que me parece muy importante del máster es el pensamiento crítico, te hace mirar a fuera de tu cajita.

XH: Cuando contaba a gente de fuera que hacía una asignatura de Antropología, me decían, ¡pero si tú eres diseñadora de producto! Eso es lo que me ha parecido superenriquecedor del máster, que tocas un montón de sectores y te enriqueces de muchísimos mundos, de antropología, de política, del diseño especulativo… Cosas que a lo mejor por uno solo no nos hubiésemos interesado por ello, o sí, pero no de la misma manera. Me acuerdo que al principio, con Alicia Kopf, tocamos narrativas y poemas, y yo nunca me hubiese imaginado como diseñadora ponerme a escribir delante de un folio en blanco, y es algo que me ha encantado.

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