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Cris Noguer: “El futuro es hacer las cosas bien hechas, desde el corazón”

La diseñadora y profesora de BAU defiende la recuperación de conocimiento y confía en un equilibrio entre artesanía y tecnología

La pasión por los materiales ha llevado a Cris Noguer (Girona, 1982) a viajar por medio mundo. De Barcelona a Chile y de la India a Nueva York, ha ido desarrollando una práctica creativa que busca siempre el equilibrio entre la parte más física y artesana del oficio y las posibilidades de la tecnología.

Graduada en Ingeniería de Diseño Industrial y Desarrollo de Producto, Noguer está convencida de que el futuro pasa por recuperar el conocimiento y la tradición y por diseñar con emoción desde la conciencia y la responsabilidad.

De vuelta a Barcelona, ha trabajado para grandes marcas como Puig y Nani Marquina y es miembro de las cooperativas Holon y L’Afluent, donde desarrolla proyectos sociales y culturales y para que las que siente una gran afinidad.

También es profesora del Máster Universitario en Diseño, donde alienta al alumnado a investigar transformando los errores en oportunidades, y a observar el mundo con ojos críticos.

 

¿Qué define tu camino como diseñadora?

He hecho un poco de todo. Siempre me he dejado llevar más por el proyecto en sí que por la técnica y la forma del proyecto. Como he tocado muchas teclas, desde fuera puede parecer una trayectoria caótica, pero yo lo vivo muy linealmente, las cosas tienen sentido las unas con las otras. No tengo una gran especialización, pero sí una visión de conjunto del diseño.

Empecemos por el principio.

El 2008, cuando me gradué, el sistema demostraba que no estaba funcionando. En aquella época, el diseño industrial se entendía como una industria con una finalidad. Teníamos que diseñar para la industria, en lugar de entenderla como herramienta para diseñar. Yo me entrené para responder a la industria en un momento en el que era evidente que aquella industria estaba colapsando, como toda la economía.

¿Cómo reaccionas ante este colapso?

Tuve la oportunidad de ir a Chile, y en aquel contexto vi que aún tenía menos sentido hablar de industria, porque al sur del país, en una zona rural, no había. En Chile empecé a investigar a través de las artesanías. Hice un mapeo de la zona, haciendo proyectos pequeños en la región, a través de la Universidad de Talca. En un viaje a México conocí a una arquitecta de Nueva York (Noushin Ehsan) y a uno de la India (Siddhartha Das). Gracias a eso estuve un año en la India haciendo proyectos culturales de interiorismo.

 

 

¿Cómo viviste el contraste entre Chile y la India, viniendo de Barcelona?

El engranaje artesano que hay en la India es abrumador. Allí me interesé mucho por la materialidad. También aprendí mucho sobre la luz, la experiencia y los olores. Trabajábamos de manera muy holística, a nivel experiencial, y sacando el máximo de la materia. Y después fui a Nueva York a estudiar un máster en bellas artes e interiorismo en Parsons, centrándome en la materia vinculada al espacio doméstico. Y de ahí ya empecé directamente en Puig, en el departamento de Innovación.

Del espacio a los perfumes y de los mapas a las fórmulas.

Ellos querían innovar en materiales y procesos productivos. Y se me juntaron los dos mundos: el industrial y el artesanal. Como pude crear el departamento a mi gusto, salí del perfume y entré en el sistema olfativo. Y allí se abrieron muchas puertas, porque no te encierras en una botella con líquido dentro, sino que investigas cómo interacciona el cuerpo con los olores. El objetivo no era producir nuevos productos, sino abrir puertas.

¿Qué campos exploraste?

Me dediqué a investigar materiales y su relación con lo inmaterial. También la relación del cuerpo con los espacios. Y cómo la tecnología puede vincularse a la experiencia. Estuve seis años. Hablábamos de tendencias, de las sutilezas de los materiales, de cómo utilizarlos, y de cómo las nuevas tecnologías, que a menudo son frías, se pueden entender y evolucionar hacia algo mucho más sutil y poético.

¿Con qué perfiles trabajaste?

Creé una red de personas para conectar una empresa grande con el pensamiento contemporáneo, salir del diseño y del mercado para aportar valor social e intelectual. En el laboratorio interno de Puig es muy importante trabajar con las manos y entender el proceso y las iteraciones, algo que el máster también se trabaja.

 

 

¿Qué aporta la parte física y táctil en el proceso de diseño?

Lo que haces muy manualmente, que parece casi anecdótico, pasa a ser una parte fundamental del diseño. En Nani Marquina, por ejemplo, funciona exactamente así. Cuando empiezas a tocar la materia, la materia responde. Hay un diálogo entre el diseñador y la materia que genera oportunidades. Y eso forma parte de mi manera de diseñar, que traslado a los estudiantes para que pierdan el miedo a ‘hacer’, a experimentar, a equivocarse, y vean el error como una oportunidad.

Cuando tocas la materia, la materia responde. El diálogo entre diseñador y materia genera oportunidades

Entiendo que reivindicas un equilibrio entre la faceta digital, tecnológica, 3D, etc., con un retorno a la tradición artesanal, más física. ¿Es difícil encontrar el equilibrio?

No es difícil. A menudo las cosas muy tecnológicas son poco ilusionantes. Experimentar con las nuevas herramientas para ir más allá de su función es divertido y aporta una mirada crítica a la tecnología.

A propósito de la ilusión, ¿dónde encuentras la emoción? ¿Cómo la buscas?

Me hace ilusión imaginar futuros mejores, por eso es interesante pensar en nuevas materialidades. Me gusta encontrar el valor a lo residual, a lo que ya no sirve o a que la mayoría ya no le otorga valor. Acumulo mucho, toco mucho, me emocionan los colores y las texturas, combinar, modificar y transformar.

Me ilusiona imaginar futuros mejores, por eso es interesante pensar en nuevas materialidades

Es como un laboratorio.

A menudo los experimentos terminan en piezas únicas. Y eso es curioso, porque yo no vendo producto. Toda la experimentación material que hago, o pasa por galería, o se queda en pieza única. Y la gente me dice: ¿por qué no lo repites? Pero yo con esta pieza ya he hecho mi aprendizaje, no necesito reproducirla. Para mí, hacer la pieza ha sido el proceso de diálogo, el aprendizaje, la investigación, y cuando he llegado a la pieza, ya está. Y de ello me he dado cuenta no hace mucho. No vendo producto, pero hago producto todo el rato.

 

 

¿Forma parte de una investigación permanente?

Son mis ensayos privados. Pienso en la materia y hago mis propias reflexiones, y a partir de aquí canalizo la creatividad. Y eso quizás después lo aplico en la estrategia para otra empresa, porque lo he aprendido aquí, he hecho la investigación, y después tengo estas mochilas para ir colocando en otros proyectos en forma de estrategia o de producto.

¿Cómo se enmarca tu trayectoria en el programa y la visión del Máster Universitario en Diseño?

Ahora se habla mucho de materiales y experimentación. Para mí lo interesante es cómo pasas de la experimentación al día a día de una empresa o estudio de diseño. Y yo quiero centrarlo en cómo se hace en empresa, porque es donde tengo experiencia. A través del máster intento juntar los mundos artístico y personal con el corporativo. Los quiero hacer comunicar. En muchas empresas ya les cuesta entender por qué es importante el diseño. ¡Imagínate la experimentación! En el máster genero dos impulsos: no tengas miedo de experimentar e investiga muy a fondo. Y estas dos herramientas, traspásalas a la empresa, pon en valor tus servicios como diseñador.

¿Qué evolución esperas de los estudiantes?

Quitarles el miedo. Algunos vienen muy decididos, y otros oponen resistencia. Yo también me he encontrado con mis contradicciones. Siempre he seguido proyectos que hablen de sostenibilidad, y me he ido formando en este sentido, pero también me gustan mucho las cosas que brillan. Y las cosas que brillan normalmente no son nada sostenibles. He de vivir mi vida creativa con esta contraposición. Y creo que todos tenemos. Y me gusta poder indagar en esta parte casi psicológica del grupo y encontrar la debilidad de cada uno para poderla realzar y trabajar bien y poder hacer una asignatura, un empoderamiento. Como creativos, tenemos mucha presión para instaurar la economía circular. Y, además, tenemos que hacer proyectos ilusionantes y que nos satisfagan personalmente y en términos colectivos.

 

 

Uno de los objetivos fundamentales del máster es abrir camino. ¿Qué diagnóstico harías de la situación actual del sector ¿Hacia dónde vamos?

Me salto los dramas, porque ya los sabemos. Ante las crisis, he encontrado confort recuperando conocimiento, tomando mucha conciencia de qué hacemos con él, centrándonos mucho en lo que tenemos cerca, y hacer cosas desde el corazón. Tenemos mucha responsabilidad, y podemos hacer cosas muy bien hechas. El futuro es hacer cosas bien hechas, y espero que seamos capaces de generar espacios para que haya más voces y más miradas. En definitiva, más futuros.

Ante las crisis, he encontrado confort en la recuperación de conocimiento

¿Por dónde empezamos?

Tenemos problemas de logística, de materiales, sociales, ecológicos. Primero hay que identificarlos a todos. Hemos dicho que ya nos lo sabemos, pero es interesante identificarlo, asumirlo y responder. Veo la generación universitaria muy cansada del feminismo y de la sostenibilidad. No podemos estar cansados, ni como ciudadanos ni como profesionales. Es duro, la generación anterior hizo todo lo que pudo, y ahora nos toca trabajar más, investigar profundamente la materialidad que tenemos alrededor y sacar provecho de ella.

 

 

Has vivido y trabajado en muchos sitios muy diferentes. ¿Cómo valoras la experiencia, con perspectiva? ¿Por qué es importante que un diseñador joven no se limite a la esfera local y esté receptivo a tradiciones muy diferentes?

Cuando fui a Chile me ilusionó todo. Pero hubo un momento en el que me dije: quizás aquí la única que no pinta nada soy yo. Y en la India igual. Es una asignatura pendiente que tengo, y me gustaría reflejarlo si termino haciendo el doctorado en BAU: ¿cómo respondemos al colonialismo matérico? ¿Cómo me posiciono respecto a unos conocimientos históricos sobre los que no soy experta y que no he investigado lo suficiente? Fue muy importante estar en Chile porque aprendí mucho. Chile me cambió. Entendí un contexto completamente diferente de donde yo venía, y me demostró que tenía que desaprender todo lo que había aprendido. Conocí a gente muy sensible de zonas muy rurales, que tenían un conocimiento espectacular del territorio. Y en la India tenía el obstáculo del idioma, pero fue una experiencia muy visual, a través de la observación.

Chile me cambió: me demostró que tenía que desaprender todo lo que había aprendido

Quizás la ausencia de lenguaje reforzó el impacto visual.

Seguramente. Y sonoro. Todas las artesanías tenían un sonido muy particular. En la India, la romantización de la artesanía desapareció de golpe. No había nada romántico en alguien trabajando diez horas repetidamente. En cambio, en Chile las condiciones eran muy diferentes. En la India empecé a recuperar el amor por la tecnología, y me di cuenta de que no tiene nada de malo. Solo tenemos que saberla controlar bien, vigilar quién la controla y asegurarnos de que se democratiza.

¿Y en Nueva York?

Si quieres que pase algo, tiene que pasar en esta ciudad. Tanta gente diferente haciendo tantas cosas al mismo tiempo es precioso, y estoy muy agradecida de haberlo vivido. El cambio allí es muy latente, aunque Europa, en términos de diseño, estaba muy por delante de los Estados Unidos. Todo lo que pasaba en Europa era mucho más interesante de lo que pasaba allí. Pero había una sensación muy real, de una ciudad donde vive mucha gente de todo el mundo, y eso me hizo quedarme más tiempo, porque me daba un punto de realismo: hagas lo que hagas, no es tan importante, y eso está bien.

 

 

El máster también es muy receptivo a personas de culturas muy diferentes, pero te lo pregunto al revés: ¿cómo se relaciona una diseñadora como tú en Barcelona? ¿Es un buen lugar para vivir y trabajar como diseñador?

Para mí, Barcelona ha sido muy dura. Aterricé en una Barcelona donde el diseño era muy elitista. Y gracias a la investigación he encontrado consuelo al malestar que me produce ser diseñadora. La investigación me desvincula del diseño de autor, de hacer piezas icónicas, y me acerca a generar preguntas, a ser crítica, y a canalizar el malestar. En comparación con otras ciudades de Europa y del mundo, a Barcelona le falta un tejido de investigación. Hay empresas, pero me asusta que como investigadores no haya un espacio. Nos cuesta juntar diseño y cultura. Lo que estamos haciendo cuando hablamos de materia es hablar de la cultura de esta materia y de los procesos. El diseño está vinculado a industria en vez de a cultura. No hay exposiciones sobre diseño. No hay un tejido cultural donde el diseño sea una de las partes.

La investigación me desvincula del diseño de autor e icónico, y me acerca a generar preguntas y a ser crítica

¿Cómo te gustaría que Barcelona se proyectara al mundo desde el diseño?

Como no podemos personalizar Barcelona, espero que en un futuro próximo pueda hacer más proyectos vinculados a la ciudad a través de Holon y L’Afluent, los dos colectivos de los que formo parte. Y expandir más mi visión del diseño saliendo de una visión elitista para vincularnos con cuestiones sociales y culturales. Como en BAU, donde el diseño se entiende de manera mucho más cercana, cotidiana, cultural y necesaria. Y, sobre todo, crítica. Yo me siento muy cómoda trabajando en BAU porque se entiende el diseño como herramienta crítica del capitalismo.

 

→ Más información: Máster Universitario en Diseño

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