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Atena Pou, una diseñadora catalana en Buckingham Palace

Especialista en vestuario para cine y televisión, la alumni de BAU ha trabajado para producciones como 'The Matrix', 'The Crown' y 'Westworld'

Atena Pou (Girona, 1992) es diseñadora de vestuario y especialista en estampación. Apasionada del cine y de las grandes superproducciones, ha trabajado para franquicias como Marvel y The Matrix y para series de orfebrería como The Crown (Netflix) y Westworld (HBO).

Graduada en Diseño de Moda en BAU y con un máster en Diseño de Vestuario y Performance en el Royal Welsh College of Music & Drama (Cardiff, Gales), ha hecho una inmersión profunda en la industria audiovisual británica, de la que admira la profesionalidad y las posibilidades creativas.

Pese a haber vivido y trabajado en diversos países, mantiene un vínculo físico y emocional muy intenso con los orígenes y la cultura popular de Girona. Actualmente combina el rodaje de una serie de misterio en Barcelona con un doctorado en estampación dinámica en BAU, tutorizada por Maria Àngels Fortea y Luis Guerra.

 

¿Cómo pasas de la moda al audiovisual?

Estudié Moda sin haber abierto nunca una Vogue. La vocación por el textil y las artes performativas me viene de pequeña: mi familia ha estado siempre muy vinculada a la cultura popular y al territorio. Mis padres eran de los diables, crecí entre gegants y castellers. También he hecho mucho teatro. En BAU me enamoré de la moda, pero el mundo laboral no era tanto para mí. Entonces empecé a hacer cortos con estudiantes de cine, me gustó, y vi que podía aplicar lo que habría aprendido en diseño de moda.

Y volaste enseguida.

BAU forma creativos, y eso me ayudó mucho, porque me ha sido fácil aplicar en todas partes el mismo método y la misma manera de afrontar el proceso creativo. Pasar de la moda al vestuario fue muy natural. Tuve que aprender cómo funcionan las jerarquías en el cine y los engranajes de cada departamento.

 

Atena Pou, trabajando en el vestuario de uno de los personajes de The Matrix Resurrections

 

¿Te resultó difícil integrarte en estas estructuras?

En los primeros cortos que hice, no. Todo funcionaba por amistades. Tenía la sensación de estar de campamentos, que es lo que siempre había hecho de pequeña. Y me sentía cómoda. Pero en mi primera película profesional, Barcelona nit d’hivern, aprendí todos los nos.

¿Nos quieres decir límites?

Entré en una posición que no me tocaba porque no tenía experiencia, y choqué con otros departamentos que sí tenían. No poder demostrar lo que sabía hacer fue un baño de realidad. Y por eso decidí irme fuera, necesitaba estudiar y especializarme.

 

 

I decides hacerlo en Reino Unido.

Sobre todo por la industria del cine británico y por el idioma. Fue una inmersión impresionante. Éramos actores, música y diseñadores, y era todo práctico. Teníamos tres teatros dentro de la escuela, y trabajábamos como en el mundo profesional, replicando la estructura real.

¿Y los noes se convierten en síes?

Y los noes se convierten en síes. Y ahora entro en contacto con la industria, primero en el teatro, y después en el cine. Allí la industria está muy formada a todos los niveles. No solo en los rodajes, también en las empresas relacionadas. Casas de alquiler, talleres, empresas de costura, estampación, serigrafía. Todas las piezas que hacen funcionar los engranajes.

 

Diseños de vestuario de Lindsay Pugh, realizados por Atena Pou y cortados por Sahira Boora

 

¿En qué momento te das cuenta de que te puedes dedicar a ello plenamente?

En el cine cuesta mucho poner un pie. El primer año en Londres fue duro. Enviaba muchos correos cada día, y me encontré barreras muy altas por la falta de experiencia y de contactos. Hice muchos trabajos, en una casa de costura, limpiando y planchando ropa en un teatro… Y finalmente conseguí un trabajo de aprendiz. Y allí encontré a un equipo con el que me entendí muy bien, y ya me quedé. Siempre digo que se tardan unos tres años para trabajar en cine y vivir de ello. Y a crear una red de contactos.

¿Cuán importantes son?

Mucho, porque las ofertas de trabajo no se publican en ningún sitio. Todo es boca a boca. Se genera un círculo virtuoso, vas conociendo a gente, y van saliendo más trabajos. Cuando hace falta gente siempre se llaman a contactos.

 

 

¿Qué aptitudes son importantes para avanzar?

Ser flexible y polivalente. Dejar el ego en casa, porque es un trabajo en equipo. Trabajar mucho, intentar mantener una actitud positiva y recordarte a ti misma por qué té motiva el trabajo. Y tener paciencia. Porque en el cine no empiezas diseñando, empiezas desde abajo y vas subiendo.

¿Qué destacarías de tu perfil?

Mi punto fuerte es que toco muchas teclas. Siempre intento aprender técnicas nuevas. Y me muevo mucho dentro de un departamento de vestuario. Puedo trabajar en el taller, hacer envejecimiento o en el rodaje. Y poca gente lo puede hacer.

 

Fotograma de The Matrix Resurrections, con el personaje de Morpheus (interpretado por Yahya Abdul-Mateen II, a la derecha) vistiendo el kimono diseñado por Atena Pou

 

¿Qué proyecto ha representado un punto de inflexión?

El rodaje de The Matrix Resurrections en Berlín en 2019. Empecé a especializarme en textiles y estampación. Y a partir de este trabajo trabajé en The Marvels, donde estuve dirigiendo el departamento de estampación y el diseño en todas sus fases. Y eso me encantó. Solo para vestuario teníamos 10 millones de presupuesto y 150 personas solo en rodaje. Con un equipo de especialistas así, los resultados son impresionantes.

¿En qué momento descubres la estampación dinámica?

En este rodaje aprendí técnicas que se utilizan normalmente solo en cine, como el plastisol 3D. Necesitaba crear texturas sobre tejidos de licra para que pareciesen futuristas, como los que llevan los superhéroes. A base de pruebas y errores vi las posibilidades, y de aquí nace el doctorado.

 

Diseños de vestuario de Lindsay Pugh

 

Los equipos de rodaje son cada vez más internacionales, ¿pero sigue habiendo diferencias culturales entre un rodaje en Londres y uno en Barcelona?

La manera de trabajar es muy diferente. Y es completamente cultural, porque refleja cómo somos. Aquí se dicen las cosas más directamente. Y si no estás acostumbrado, parece caótico, porque todo el mundo habla fuerte y parece que todo el mundo se pelee. En Inglaterra es al revés. Hace muchos años que tienen industria y una manera de trabajar muy marcada. He trabajado en producciones de aquí y de allí y siempre me he visto entre dos aguas. También económicamente. Los profesionales del cine en Inglaterra tienen calidad de vida, sueldo y condiciones.

¿Cómo podemos acortar distancias?

En Inglaterra tienen un sindicato del cine para defender derechos laborales, y aquí no. Tenemos talento, pero nos falta perfeccionar el inglés e invertir para crear una estructura sólida y equipamientos para acoger superproducciones.

 

 

¿Qué tipo de proyectos audiovisuales te gustaría hacer?

Los que consumo son diferentes de aquellos en los que me gustaría trabajar. Es curioso. Me gusta ver películas como Alcarràs, más pequeñas y emocionales, con carácter social, y a la vez trabajar en películas de superproducciones, porque son muy creativas y el vestuario se crea de cero.

¿Cómo te inspiras en tu día a día?

Me inspiran mucho los colores y las texturas. Y la artesanía. Ahora, con el doctorado, la inspiración viene de los artistas del op-art como Vasarely y de las primeras vanguardias, Man Ray, los primeros Duchamp e investigaciones de movimiento. Hace poco he descubierto a Felipe Pantone, y me encanta su idea tecnológica del color.

Has vivido muchos años fuera. ¿Cómo te ha marcado esta experiencia?

He disfrutado bastante de la vida nómada y descubriendo ciudades nuevas, pero siempre me he sentido migrante. Tengo unas raíces fuertes. Y siempre que podía, volvía.

Con perspectiva, ¿cuáles son los aprendizajes clave de la etapa en BAU?

En BAU aprendí a no tener miedo a nada a nivel creativo. A ser resolutiva, adaptarme y confiar en mí misma. Cuando hacíamos proyectos de moda, no nos centrábamos solo en la pieza, hacíamos el diseño de la marca, el empaquetado, la web, las fotos, todo. Y eso, lo aproveches después o no, te da una visión amplia, panorámica, de los procesos de diseño en general.

¿Algún proyecto de futuro que te haga especial ilusión?

Me estoy haciendo una casa-taller en Salt. Quiero trabajar allí a temporadas y, poco a poco, ir inculcando la importancia del textil. Como creativa, te puedes ganar bien la vida y ser feliz. Hay muchos caminos y todos son válidos. Tengo muchas ganas de devolver a la gente todo lo que he tenido la suerte de descubrir y aprender.

 

 

→ Más información: Grado en Diseño

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