Marc Aleixandri se graduó en diseño en BAU (mención Moda) hace poco más de un año. Este joven tarraconense de 22 años, pasó de trabajar en sus proyectos académicos, a trabajar en Palomo Spain formando parte del equipo de diseñadores de Alejandro Palomo y bajo la tutorización de Inés Monge, profesora de BAU y mano derecha del diseñador cordobés. Toda una experiencia vital y profesional que Aleixandri nos explica en esta entrevista:
¿Qué significó para ti entrar a trabajar en el taller de un diseñador tan importante como Palomo Spain tras graduarte?
Ha sido una oportunidad increíble que se me ha presentado sin esperármelo lo más mínimo. Cuando yo estaba a principios de 3º, casualmente me crucé con una fotografía de su colección Orlando en Pinterest. Recuerdo que aquella imagen de un chico con una melena pelirroja, un eyeliner muy marcado y un sombrero repleto de plumas me pareció tan guapa estéticamente que me puse a investigar y el trabajo de Palomo acabó formando parte del moodboard de muchos de mis proyectos de la uni. Puedes imaginarte mi cara dos años más tarde cuando me dieron la bienvenida al taller.
¿Qué es lo que más te gusta de trabajar con Alejandro Palomo?
Haber recibido la oportunidad de trabajar directamente en todo el proceso de las dos últimas colecciones, 1916 y Pompeii, presentadas en NY y París respectivamente, o de hacerlo también en proyectos tan ambiciosos como lo fue la creación del vestuario para la presentación del último disco o su actuación de los Latin Grammys, entre otros, de Rosalía que no deja de ser la artista española con más proyección internacional a día de hoy. Esta confianza dada desde el primer día es lo que más puedo agradecer a Alejandro. En definitiva, nos está dando la posibilidad a mí y a todas mis compañeras y compañeros que el trabajo que realizamos día detrás día sea visto en el ámbito mundial.
¿Qué te parece formar equipo con Inés Monge?
No negaré que las primeras semanas sentía una sensación extraña. Por un lado, estaba experimentando un cambio completo de vida. Repentinamente, pasaba de Barcelona a un pequeño pueblo de 7.000 habitantes de Córdoba, Posadas, a pasar el 100% del tiempo con nuevos compañeros, que no tardaron a convertirse en nuevos amigos y una nueva familia y, sobre todo, a pasar del mundo académico al laboral. Por otro lado, volvía a ser octubre, finalizaba verano, y de nuevo volvía a estar frente a una mesa blanca, planteando nuevos patrones y con Inés en la mesa contigua, como si nada hubiera cambiado. Trabajar con Inés está siendo muy cómodo. Al fin y al cabo, es quien me ha enseñado una gran parte de lo que sé en este aspecto, quién me ha enseñado su forma de trabajar y creo que esto ayuda a entendernos rápidamente. Además, ha vivido los últimos 3 años de mi vida y nos hemos aguantado muchos dramas, risas y lágrimas. A pesar de los pequeños momentos de tensión inevitables por los nervios, el estrés y la tensión en la cual nos vemos sumergidos dentro del mundo de la moda, sus calendarios híper reducidos y su gran exigencia, es una persona a quien tengo gran respeto y afecto.
¿Qué significó para ti desfilar en París con Palomo?
Una explosión de adrenalina bestial. Después de todo el trabajazo, encontrarte con todo el trabajo muy hecho ya vistiendo a los modelos y con la visión de Alicia — la estilista—, la joyería, peluquería y maquillaje en la Embajada Española a París, rodeados de un completo abuso estético, grandes lámparas de cristal, cortinas de terciopelo de seda rojo, antiguos tapices u obras de Goya, es inexplicable. Meses y meses de trabajo que, con toda la energía y la adrenalina, se esfumaron en dos segundos de ensueño.
Además de la moda, sabemos que algunas de tus aficiones son el mundo Drag, la Ilustración y la Danza, ¿cómo te imaginas tu futuro profesional?
Puestos a soñar ilimitadamente, me encantaría verme sacando adelante mi propio proyecto, algo que vaya más allá de una marca de moda. Todavía me queda mucho por pensar, mucho mundo por ver, mucho por experimentar y muchos errores por cometer. Tengo 22 años y solo hace un año que me gradué. Ahora mismo me apetece seguir trabajando y continuar mi proceso de aprendizaje tanto personal como profesional; aprender y ver bien como funciona todo en este mundo para estar muy seguro de lo que quiero, cuándo y cómo.
¿Cómo valoras tu etapa de formación en BAU?
Mi época en BAU fue, diría, completamente experimental. Aproveché cada proyecto y oportunidad para probar estilos, técnicas y mundos completamente diferentes, que me ayudaron a saber qué me gustaba, mezclarlo y descubrir mi estilo. Aparte de todo el aprendizaje y el mundo académico, lo mejor de estos cuatro años, sin dudarlo y por tópico que suene, son todas las amigas que me he llevado. Personas con una energía maravillosa convertidas en familia y en compañeros de vida. Risas, lágrimas, gritos, ataques de ansiedad, noches de empalmada acabando entregas, terapias para animarnos mutuamente, cervezas a las 11 de la mañana, a las tres de la tarde, a las cinco o a cualquier hora ya fueran para celebrar el fin de un proyecto o para hacer las largas jornadas de trabajo más amenas, quedarse en BAU hasta las 10 de la noche y volver a las 7 de la mañana siguiente y mil historias más que todavía están por llegar.