Leafhopper Project es la dupla creativa compuesta por Blanca Galindo y David Simón Martret, artistas y fotógrafos especializados en el campo documental. Son profesores en dos de los másters de BAU y el próximo 10 de octubre inauguran su exposición El gran mantell en la 15a edición de la bienal de arte y arquitectura Manifesta. Su propuesta habla de los residuos que generamos con el paso del tiempo al construir nuestras ciudades y, ante esto, ellos proponen una visión circular para, precisamente, resaltar la belleza que habita en este principio. Hablamos con ellos en una entrevista donde nos explican el proceso creativo que se esconde tras esta exposición y los sentimientos que han aflorado en todo su recorrido.
¿Cómo nace la exposición El gran mantell?
La exposición nace como encargo del área de cultura del Ayuntamiento de Badalona en el marco del Manifesta 15 ya que Badalona es sede de la bienal de arte contemporáneo. La propuesta venía marcada por generar algún concepto y obra pensando en la relación con el mar y los desechos que en él residen. Asumimos el reto porque llevábamos mucho tiempo recopilando material de desecho de construcción de las playas de Badalona y de hecho dándole un uso en nuestro estudio/casa y viendo la belleza en estas piezas. Sobre todo observando cómo esas piezas de desecho suscitan preguntas: ¿Eran fruto del continuado y despenalizado uso del mar como vertedero en décadas anteriores? ¿Pertenecían a discotecas o clubes marítimos que la ley de costa obligó a deshabilitar? Nos parecía increíble darles una nueva vida desde la observación y la inquietud. Enseguida nos pusimos a trabajar en ello.
¿Cómo ha sido el proceso de investigación tras la concepción de este proyecto?
Los ciclos de materia es algo que nos lleva interesando hace mucho tiempo. Al sumar el factor «paso del tiempo» de Badalona, que es una ciudad fundada por Roma como Baetulo, y en relación con el entorno marítimo, que simplemente desde el pasado reciente industrial ha cambiado muchísimo todo, era bastante motivador. Hemos intentado (sin mucha respuesta por parte institucional) acercarnos a científicos y ambientalistas porque teníamos claro que queríamos introducir visualmente los microorganismos que viven en el agua porque nos interesaba mostrar la vida en el agua (en este caso marina), pero hemos tenido que recurrir a documentos de bancos. Es algo que nos interesa en general mucho, como la microbiología conforma parte de lo que vemos de manera invisible. Estamos fascinados con el libro de Merlin Sheldrake, La red oculta de la Vida, en donde el autor habla de cómo las redes de hongos y raíces micorrizas están relacionadas -de ahí el título de El Gran Mantell, «el gran manto», al considerar el espacio geográfico como un solo ecosistema todo relacionado-. Otra ‘biblia’ ha sido Materia Vibrante de Jane Bennett, que propone una nueva consideración del Materialismo con respecto al establecido anteriormente por las ciencias modernas que ha propiciado el desarrollo del capitalismo extractivo en el que nos encontramos.
Contamos con el artista Carlos del Amor para generar piezas de materia reconstruida que sirve como base para generar pequeños ecosistemas relacionados y también con piezas textiles de nudos y conexiones para crear nuevas materialidades.
El proceso de recolección a través de trabajo de campo y limpieza de las playas de Badalona nos ha servido para entender esta parte del litoral, así cómo la participación de amigos, de la sociedad civil a través de convocatorias para la recolección de materiales, por lo que ha sido muy enriquecedor y hemos aprendido mucho al hacerlo coral y participativo.
El bagaje de vuestra obra se sustenta en la narrativa documental. ¿Qué historia subyace en esta propuesta en concreto?
Hay una parte de realidad que está ahí cuando, sobre todo, trabajas con imagen fotográfica. En este caso, la intención documental propuesta era a nivel microbiológica. En esta exposición concreta, por un lado, está la propuesta de ecosistema, que es una fantasía utópica, y, por otro lado, hemos salido de la imagen incorporando materiales recogidos.
Cuando un objeto sin utilidad se convierte en escultura, ¿acaba cumpliendo otra función? ¿Y cuando se le hace una fotografía?
Las esculturas de esta exposición que hemos hecho nosotros son desechos reubicados que responden a la lógica del «ready-made» que ya utilizaron Duchamp y Man Ray hace muchas décadas. Por otro lado, queríamos desafiar la materia y hemos trabajado con Carlos del Amor, que ha generado piezas de cerámica nuevas a partir de estos materiales encontrados. Es increíble ver cómo la materia muta. Como las variedades de combinaciones eran múltiples, teníamos por defecto la necesidad de capturarlas y hacerlas partícipe. No podemos evitarlo, al final todo son ciclos de materia.
Con El gran mantell pretendéis darle otro valor a todo aquello que las ciudades generan y que, en un punto concreto, acaba convirtiéndose en despojo. ¿Creéis que ese es el ciclo natural de nuestras ciudades?
Intentamos no aleccionar a nadie, la verdad. Pero sí que pensamos que a nivel de recursos es muy importante no generar tanto desecho o utilizar materiales que puedan seguir sirviendo o mutando. Es increíble observar la naturaleza. Hemos estado muchas veces en la jungla tropical y ahí nada es basura, todo se cicla, hasta los cadáveres.
¿Tenéis pensado seguir desarrollando este proyecto? ¿Os parecería interesante hacerlo?
Entendemos que es un encargo que hemos llevado a nuestro terreno e intereses. Siempre encontramos la manera de comunicar lo que nos inquieta, así que, ¿por qué no continuar?