Entrevista a Mafe Moscoso: «BAU es un ecosistema en el que se ponen en juego diferentes modos de hacer investigación»

La doctora, miembro del equipo de GREDITS y docente en los grados universitarios de BAU, celebra el progreso de sus investigaciones tras su estancia en la Universidad de Heidelberg este invierno y muestra su entusiasmo por las novedades de BAU Ediciones

Para quien no la conozca, Mafe Moscoso es una de esas figuras emblemáticas en BAU. Su presencia en la comunidad investigadora es tan importante como sus aportaciones pedagógicas en el Grado en Diseño y el Grado en Bellas Artes. Errante a la fuerza, mística por antonomasia -como buena antropóloga-, Moscoso habla de este centro como aquella que está orgullosa de su hogar y de todo aquello que ha ido almacenando y que constituye la esencia que lo diferencia del resto de hogares. Tras su vuelta por tierras germanas, donde ha ido becada a investigar, esta pequeña conversación con la doctora, escritora y docente supone una recapitulación de todas aquellas buenas noticias que cualquier institución académica siempre querría dar.

 

P. Has vuelto hace poco de Alemania, donde has ido a la Universidad de Heidelberg realizando una estancia de investigación. ¿Qué nos puedes comentar de tu paso por esta institución?

R. El Centro de Estudios Apocalípticos y Post-Apocalípticos (CAPAS) es un centro de investigación que forma parte de la Universidad de Heidelberg. Su trabajo se centra en invitar a investigadoras/es de diferentes disciplinas para que imaginen diferentes escenarios y aproximaciones que nos permitan entender la idea del colapso, en sus diferentes escalas y capas. Para ello, cada año seleccionan a un grupo de personas de todo el mundo a quienes se les dota de las condiciones necesarias para que puedan desarrollar sus proyectos. Tuve la inmensa fortuna de haber sido una de las personas elegidas en el 2024, así que estuve allí durante seis meses. Mi experiencia fue muy positiva. Puedo decir que aprendí muchísimo y que disfruté de modo muy profundo poder habitar un espacio de lentitud y silencio, tan propicio para poder pensar en un mundo en convulsión e inmediatez como el de ahora.

 

P. Qué has abordado exactamente en esta estancia y desde qué punto de vista? ¿Te ha ayudado a reconducir tu línea de investigación? O más que reconducir, a nutrirla desde otro punto de vista…

R. Durante mi estancia en CAPAS desarrollé un proyecto al que he llamado provisoriamente “De-colonizar la etnoficción: un escenario de renacimiento para el colapso del Mar Menor” el cual se dividió en dos partes. Por un lado, estuve trabajando sobre una metodología de investigación centrada en el colapso del Mar Menor: la etnoficción. En mi propuesta, la etnoficción funciona como puente entre cosmo-ontologías diferentes (la de mi linaje materno y las de un grupo de científicos/as, conectadas a la idea del fin de la vida) y lenguajes aparentemente disímiles: la ficción y la etnografía.

Considerando las violencias epistemológicas, trabajé sobre la idea de que es posible abrir umbrales metodológicos de recepción y acogida hacia ontologías y epistemologías marginales que son una apertura a otros mundos donde el fin de la vida es un reinicio. Entre otras, me acompañaron las siguientes preguntas: ¿de qué manera la investigación, en nuestros entornos, puede abordar las prácticas necropolíticas, que producen heridas coloniales, sin exacerbarlas? ¿Existe la posibilidad de una apertura que vaya más allá de lo que se cree saber y, sobre todo, de lo que no se sabe? Si el apocalipsis se relaciona con transformaciones radicales, ¿podría argumentarse que el presente caótico y complejo, marcado por diversos fines de mundos, nos exige, entre otras cosas, un proceso de transformación metodológica también radical? ¿Cómo podría funcionar la imaginación metodológica apocalíptica?

En relación con lo anterior, escribí una reflexión metodológica que se desplegó durante el proceso de escritura. El resultado es un work in progress que se convertirá en un ensayo en un futuro próximo.

Por otro lado, terminé de escribir una fábula sci-fi que se publicará en otoño en Madrid. Es un proyecto poético que inicié gracias a la beca de investigación artística Fundación Banco Sabadell-Hangar en el 2023. Los personajes son animales migratorios interplanetarios que realizan un viaje circular (e inverso) que comienza en el interior del cráter del Cotopaxi y se extiende por las capas geológicas hasta llegar al Mediterráneo. La fábula juega con un sentido del tiempo propio de las ontologías andinas, en las que principio y fin están intrínsecamente conectados.

 

P. Además, actualmente coordinas el sello editorial de este centro, BAU Ediciones; ¿qué nos puedes contar de los últimos trabajos que están por publicarse?

En BAU ediciones hemos estado trabajando sobre dos libros que van a ver la luz en las siguientes semanas. El primero, cuyo título es Mares Entrelazados. Conexiones mediterráneas, es una coedición con La Escocesa. Escriben Vanessa Balagué, Sally Fenaux Barleycorn, Helios Fernández Garcés, Helen Torres, Lorenzo Sandoval, Sonia Fernández-Pan, Daniela Medina Poch, Papa laye, Marina Monsonís y yo misma, que escribo el prólogo. Este libro, en el que yo soy la editora, nació a raíz de los encuentros Mares entrelazados e interconexiones mediterráneas que fue una invitación a intercambiar saberes, aproximaciones y experiencias en compañía del Mar Mediterráneo, ocurridos en esta residencia, la playa de la Barceloneta y en el Sindicato de estibadores y estibadoras de Barcelona el 11 y 12 de febrero de 2023.

Los editores de la segunda publicación son Serafín Álvarez, coordinador del Departamento de Lenguajes, Técnicas y Tecnologías de BAU y Jorge Carrión, director del Máster en Creación Literaria de la Universitat Pompeu Fabra. Se trata de una publicación que es el resultado de una colaboración entre ambas universidades y la librería La Insòlita. El libro es un bestiario que recoge diferentes criaturas imaginadas por estudiantes de BAU a partir de un ejercicio en el que se les proponía desdibujar, desde la práctica del dibujo, los límites entre lo natural y lo artificial, las cuales son acompañadas por relatos de ficción escritos por estudiantes de la Pompeu Fabra.

También estamos en conversaciones con el propio Serafín Álvarez y Jonathan Millán, docente de «Taller de DIbujo II» del Grado en Bellas Artes, para que cada año los y las estudiantes diseñen una ilustración que aparecerá en el libro del siguiente año. Nos entusiasma la idea porque se trata de una actividad en la que participan docentes, estudiantes y la editorial del centro. 

 

P. Hablemos precisamente de esta implicación que comentas con los estudiantes… ¿Por qué crees que es necesario que los estudiantes establezcan estas relaciones con el equipo de investigación de la universidad? Entiendo que debe haber un motivo más allá de lo pedagógico, sino de intentar acercarles a esta rama de BAU que quizás no tienen tan presente, ¿no?

R. Sí, justamente. BAU es un ecosistema en el que se ponen en juego diferentes modos de hacer investigación. Pienso en lo que ocurre en las aulas, en las pedagogías desplegadas por docentes, en las propias investigaciones que ponen en juego los y las estudiantes cuando desarrollan sus proyectos, en los grupos y unidades de investigación, en las tesis de grado, máster y doctorado, en la Unidad de Doctorado, en la revista Inmaterial o BAU Ediciones. Desde mi perspectiva, es interesante pensar en la activación de pequeños nodos que propician la circulación y cruces entre los saberes y conocimientos que estamos produciendo en cada uno de los espacios de la universidad. En BAU Ediciones, por ejemplo, solemos trabajar con apoyo de estudiantes, intentamos publicar proyectos desarrollados por los docentes en aula, como en el caso del bestiario que ha coordinado Serafín Álvarez, reflexiones colectivas de quienes “pensamos” la investigación, como el libro Pasos hacia una perspectiva ecológica de las artes y el diseño (2024) que fue redactado entre varios investigadores/as de la casa o ensayos que abordan problemas contemporáneos que son escritos por docentes, como El Abrazo de Ananké (2024) de Roc Albalat.

 

P. A modo de conclusión, ¿qué otro tipo de actividades tenéis pensadas desde el departamento de investigación para poder seguir afianzando la implicación de BAU en la innovación académica? ¿Cuál sería tu ideal? ¿Cómo querrías abordarlo personalmente?

La investigación en BAU se encuentra en un momento de expansión y esto supone un desafío. Creo que uno de los retos, ahora mismo, es acompañar y generar las condiciones para el cuidado de un ecosistema que es muy fértil, tanto por su heterogeneidad como por la calidad de las investigaciones que se desarrollan, como he señalado, en diferentes escalas y ámbitos. En lo que respecta a mi papel, me siento muy bien acompañada por mis colegas Lúa Coderch y Mariona Moncunill, con quienes venimos trabajando en una línea de investigación que se hace preguntas que giran alrededor de los entrelazamientos arte y ciencia. Hace varios años, iniciamos un proceso de colaboración con un grupo de científicos/as del ICM (CSIC) junto a quienes hemos organizado seminarios, workshops, publicaciones, etc. Compartimos el propósito de continuar con esta colaboración, ampliar los hilos que hemos empezado a indagar, encontrar financiamiento, incorporar a otros/as cómplices, etc.

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