Emma Llorente Palacio (1996) ha sido considerada como uno de los 11 talentos españoles menores de 30 años que están revolucionando la escena creativa, según la revista AD. Alumni del Grado en Diseño de BAU, se ha especializado en el arte de la cerámica, y ha expuesto en galerías como Espai-8 o H2O. Actualmente se encuentra ampliando su formación en la Design Academy de Eindhoven (DAE).
En tu TFG ya experimentabas con contar historias a través de materiales como el barro o la cerámica, sobre todo relacionadas con el útero femenino y la maternidad. ¿Cómo nació tu interés por estos temas?
En realidad, mi interés está centrado en el cuerpo humano en su totalidad, pero en el momento de realizar mi TFG me estaba iniciando en el arte de la cerámica, así que un día, al ver una radiografía de mi abdomen, encontré una semejanza formal entre las formas de las vasijas cerámicas de las civilizaciones más antiguas del Valle del Indo y la forma de la cavidad que hay entre las caderas donde se encuentra el útero. A partir de ahí empezó toda una investigación conceptual y material sobre las vasijas cerámicas y las matrices.
El año 2020, expones la muestra Cobijos en la galería H2O. ¿Se trata de una evolución de tu TFG? ¿Supuso un punto de inflexión en tu carrera?
Definitivamente, la exposición Cobijos supone el cierre de un círculo de investigación e inquietudes que habían empezado con el TFG de BAU. En mi caso, la relación con la Galería H2O empezó a raíz del mismo TFG, ya que quería realizar un taller de cerámica con mujeres para modelar vasijas-útero, y le pedí a Anna Ruiz (la manager de eventos de la galería) poder utilizar el jardín de H2O para hacerlo. La experiencia salió bien y después de presentar el TFG continuamos haciendo los talleres en la galería de forma esporádica. Llegado el momento, Anna me ofreció ser la artista invitada para el circuito Art Nou 2020 y me puse a trabajar en Cobijos.
¿Consideras tu obra feminista por tratar temas relacionados con el aparato reproductor femenino?
Considero mi obra pedagógica y feminista, dado que a través de mis piezas -ya sean arte u objetos de diseño- intento visibilizar un conocimiento oculto de forma visual y estética. En el caso de la exposición Cobijos, hay una serie de piezas que muestran el aumento del tamaño del útero mes por mes. Me interesaba mostrar la capacidad expansiva y elástica de este órgano a la vez que resistente, porque es algo que no podemos ver, no somos conscientes de cómo se transforma. Al final de esta serie, con el simple gesto de colocar la última pieza suspendida en el aire, también aprovecho para hablar y reivindicar el parto vertical.
Considero mi producción feminista en el sentido de que enaltece la belleza y la fortaleza del cuerpo de la mujer, y no precisamente de forma superficial, sino todo lo contrario, hablando de sus capacidades. Es cierto que los últimos años he estado fascinada por el cuerpo femenino, la anatomía y fisiología del útero y de las glándulas mamarias -que parecen flores-, pero ahora, desde hace un año, mi interés está puesto en el sistema nervioso, el cual es compartido por todos los cuerpos.
Escaneo de los cuadernos de Emma Llorente
¿Qué te inspira para crear?
Sin duda alguna, mi principal lugar de inspiración es el cuerpo humano a nivel físico, mental y psíquico, y desde aquí se despliegan otros muchos campos de interés e inspiración, desde la botánica hasta la astrología. Paradójicamente, otra cosa que me inspira mucho es ‘lo nunca visto’. Como seres humanos, nuestra percepción de la realidad está claramente condicionada por limitaciones físicas. Este interés por lo oculto se puede apreciar bastante en mi trabajo, donde entra en juego otra de mis pasiones, que es la elaboración de maquetas de arquitectura y modelos anatómicos, que también me sirven para mostrar todo aquello que no podemos llegar a ver.
Fotografía de la exposición Cobijos de la serie Matrices
Ahora estás cursando un máster en Diseño Contextual en Eindhoven. ¿Qué supone para ti la oportunidad de ampliar tus estudios en una universidad de prestigio en el extranjero?
Lo mejor de la Design Academy de Eindhoven (DAE) es el contexto internacional. En mi máster somos alrededor de 35 personas y cada una pertenece a una nacionalidad diferente. Somos una mezcla de artistas, arquitectos, diseñadores y escultores, cada uno con un background y unos conocimientos específicos muy diferentes. Resulta muy enriquecedor ver los procesos creativos de cada uno, eso es el mayor aprendizaje que puede haber. Por otro lado, Eindhoven es una ciudad pequeña dentro de los Países Bajos, no es como Amsterdam o Barcelona, así que no hay muchas distracciones, lo cual te permite tener dos años casi de ‘retiro espiritual’ para poder desarrollar tus proyectos personales.
Proyecto de mural de mosaico que realizó para Body Shop en la calle Pelayo de Barcelona
¿Tenías claro desde el principio que querías estudiar Diseño en BAU? ¿Si no es así, qué hizo replantear tu decisión?
En bachillerato no era de esas personas que sabía exactamente que quería estudiar, aunque tenía muy claro lo que no quería. Hacía el artístico y me fascinaba la historia del arte y el proceso creativo, así que todo apuntaba a que acabaría aplicando para Bellas Artes o Historia del Arte. Pero un día fui a un bar, y hablando con uno de los propietarios me contó que él había estudiado diseño en BAU. Ese día fue la primera vez que oí hablar del centro y de la existencia de una carrera universitaria en diseño. Miré la página web y me gustó mucho el programa y la visión del plan de estudios, fui a visitarla un día y me gustó todavía más, decidí inscribirme, ¡y fue un match!
Con perspectiva, ¿cuáles son los aprendizajes clave de la etapa en BAU?
Para mí supuso un cambio radical al sistema educativo que había tenido en la escuela. Exceptuando historia del arte, en el colegio no estaba especialmente motivada ni estimulada por nada. Empezar a estudiar diseño supuso una explosión de intereses, fascinación y motivación por el mundo que me rodeaba como nunca antes. Aprendí a autogestionarme, a organizar mi tiempo, a investigar, y, lo más divertido: aprendí muchos lenguajes nuevos: traducir mis pensamientos al mundo de las cosas materiales.
¿Cómo te ves dentro de 10 años?
Lo cierto es que no tengo una idea preestablecida. Siento que hay muchas posibilidades abiertas, diferentes direcciones que tomar que me parecen todas estimulantes e interesantes. Lo que seguro que deseo para dentro de 10 años -y de por vida- es poder continuar teniendo la libertad de trabajar en proyectos que me interesen, ya sean personales o colectivos, y poder seguir aprendiendo y no dejar de sorprenderme a mí misma.
Proyecto basado en desvincular la función tradicional de los relojes para alinearlos con el tiempo interno mediante la respiración coherente y consciente